La confluencia de los presupuestos de la escritura de M. Blanchot con determinados postulados esenciales de la teología de K. Barth delimita un espacio teórico que con radicalidad podríamos llamar crítico. En efecto rebasando los fundamentos teológicos que sustentan -en horizonte ya filosófico- la operatividad del discurso y la acción, queda denunciada la insuficiencia de su común raíz dialéctica, a la vez que se establece un cuestionamiento de la comprensión común del sujeto. La naturaleza de esta crítica lleva consigo una aproximación no usual de los ámbitos de la ética y la política con el de la estética.